¿Cómo nos mantiene despiertos la cafeína?
En el cuerpo humano, la cafeína actúa como estimulante del sistema nervioso central, compuesto por nuestro cerebro y médula espinal. Esta es la razón por la que a veces se la denomina «la droga más consumida del mundo». La cafeína nos mantiene despiertos al bloquear una de las moléculas clave del organismo para inducir el sueño: la adenosina. La adenosina es el resultado de la producción de energía, y más concretamente de la degradación del ATP, que podría definirse como el combustible que nuestro organismo necesita para llevar a cabo cualquier acción metabólica o celular. Al unirse a sus receptores específicos en el cerebro, las moléculas de adenosina inducen una relajación de importantes vías de señalización cerebral, y empezamos a sentir sueño. La cafeína es un «antagonista de los receptores de adenosina», ya que se une a los receptores de adenosina e inhibe la actividad de la adenosina y estimula el organismo.
¿Tiene beneficios la cafeína?
Algunos estudios asocian el consumo moderado de cafeína con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer, y de algunos tipos de cáncer. A los deportistas también les gusta la cafeína, ya que aumenta la capacidad del organismo para quemar grasas. También se sabe que la cafeína potencia el efecto de la dopamina en el organismo, aumentando los estados de ánimo positivos.
¿Tiene inconvenientes la cafeína?
Algunas afecciones específicas como el reflujo ácido, la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) o la gastritis pueden verse agravadas por el consumo de cafeína. Estudios recientes sospechan que aumenta la secreción de ácido estomacal y relaja el esfínter esofágico inferior, cuya función es impedir que el ácido estomacal vuelva al esófago, provocando inflamación y reflujo. En personas con disfunción del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HPA), se sabe que la cafeína empeora una respuesta al estrés ya de por sí excesiva. También se aconseja a las mujeres embarazadas y a las personas inmunodeprimidas que se mantengan alejadas de la cafeína, ya que puede poner en peligro el desarrollo del feto, en el primer caso, o provocar intolerancia alimentaria, en el segundo. Además, el bloqueo constante de los receptores de adenosina lleva al organismo a crear otros nuevos, atrapando a las personas en un círculo vicioso en el que sienten que siempre necesitan más café para superar la somnolencia, provocando insomnio. Por último, la cafeína puede elevar nuestra frecuencia cardiaca y nuestra tensión arterial, provocar un aumento de la micción o diarrea y convertir nuestro entusiasmo instantáneo en ansiedad.
¿Cuáles son las alternativas a la cafeína?
Si estás intentando pasar lentamente del café a cualquier alternativa, puedes recurrir a la yerba mate, una infusión herbácea originaria de Sudamérica, ya que aún contiene un alto contenido en cafeína. El cacao fermentado también podría ser una opción. Más allá de su sabroso sabor a chocolate, es rica en teobromina, un gemelo de la cafeína, que inhibe de forma similar la adenosina y favorece la vigilia, aunque en menor medida. El cacao elaborado también contiene flavanoles antioxidantes, que favorecen los sistemas cardiovascular y cerebrovascular. Estudios recientes lo asocian finalmente con una mejora de la plasticidad cerebral y de las funciones cognitivas, e incluso con efectos de apoyo dopaminérgico gracias a su contenido en PEA (fenetilamina).
Si su objetivo es reducir progresivamente el consumo de cafeína, puede sustituir el café por té verde o negro, ya que aportan menores cantidades de cafeína. Además de su bajo contenido en cafeína, el té verde contiene muchos compuestos bioactivos con propiedades neuroprotectoras, antiinflamatorias, cardioprotectoras, anticancerígenas y beneficiosas para la salud bucodental. Entre las alternativas sin cafeína, el té Tulsi o «albahaca santa» es un adaptógeno. Significa que ayuda a modular y equilibrar las respuestas al estrés. Además, tiene virtudes neuroprotectoras y puede contribuir a la función cognitiva. A pesar de no contener cafeína por naturaleza, la raíz de achicoria y la de diente de león pertenecen a la «familia de las margaritas» y, tostadas y remojadas en agua, tienen un sabor parecido al del café. Favorecen el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas y contribuyen a un tránsito intestinal sano. Un último candidato para mitigar el consumo de cafeína es el té de setas, que tradicionalmente mezcla Chaga, Reishi y Cordyceps. De hecho, ofrece propiedades despertadoras, permitiendo la concentración y la cognición general, pero de forma moderada, evitando los nervios que a veces provoca la cafeína.