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La región lumbar y pélvica es especialmente vulnerable a los traumatismos, ya sean consecuencia de un movimiento brusco e incorrecto o de una mala postura prolongada. Esta zona soporta la importante responsabilidad de sostener toda la parte superior del cuerpo contra la fuerza de la gravedad, lo que a menudo compromete su posición.
Lo ideal es que las vértebras, los discos y las articulaciones de la zona lumbar mantengan sus posiciones para distribuir uniformemente la carga que soportan. Realizar actividades como sentadillas pesadas con la espalda encorvada, ejecutar tareas que impliquen movimientos de torsión o cargar constantemente el propio peso sin un refuerzo adecuado del núcleo mediante los músculos abdominales puede inducir tensión. Con el tiempo, esta tensión puede provocar degeneración y cambios inadaptados en la columna vertebral, haciendo que la zona lumbar se tense y se fatigue más rápidamente.
Estas consecuencias pueden manifestarse como dolor, nervios irritados e incluso problemas más graves, como discos inflamados o herniados. Es crucial prestar atención a nuestros movimientos, adoptar una postura adecuada e incorporar ejercicios de fortalecimiento del tronco para proteger la integridad de la zona lumbar y pélvica. Al hacerlo, podemos reducir el riesgo de daños a largo plazo y mejorar la salud general de la columna vertebral.
Hernias discales
Los nervios espinales que emanan de la columna vertebral son cruciales, pues inervan músculos, piel y órganos. La presión sobre estos nervios, a menudo causada por problemas discales inducidos por subluxaciones, puede manifestarse como dolor, debilidad, irradiación y cambios de sensibilidad en las extremidades inferiores y la zona pélvica. En casos graves, una gran hernia discal lumbar puede provocar un síndrome de cauda equina, que se presenta como múltiples disfunciones sensitivas y musculares en las extremidades inferiores y el abdomen.
La ciática, una afección en la que se comprime el nervio ciático, puede ser consecuencia de una hernia discal lumbar. Esto puede causar dolor, debilidad y alteración de la sensibilidad, que suele afectar a un lado en el que el disco presiona el nervio. Además, también puede producirse el síndrome piriforme, en el que el nervio ciático se comprime en la parte inferior de la pelvis.
Las hernias discales suelen derivarse de segmentos subluxados y neurológicamente comprometidos, que a menudo persisten durante años antes de manifestarse como una protrusión. Los incidentes repentinos o los movimientos incorrectos, como la flexión brusca hacia delante, pueden desencadenar problemas discales. Sin embargo, es crucial señalar que limitar los movimientos o evitar las flexiones hacia delante no es la solución, ya que suelen ser seguros y beneficiosos para las personas con la espalda sana.
Los ajustes quiroprácticos desempeñan un papel crucial a la hora de restablecer el movimiento de los segmentos comprometidos, restablecer la comunicación con el cerebro y promover el flujo de nutrientes y agua a los discos. Esto no sólo inicia el proceso de curación, sino que también puede reducir significativamente el dolor y restablecer la funcionalidad tras un solo ajuste. Al influir positivamente en los músculos, las articulaciones, la función del sistema nervioso y el metabolismo de la zona afectada, la atención quiropráctica ofrece un enfoque holístico para abordar los problemas de la columna vertebral y fomentar el bienestar general.

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Articulación SI
El síndrome de la articulación sacroilíaca o subluxación se produce cuando la articulación que conecta la columna vertebral con la pelvis, responsable de soportar el peso de todo el torso y de unirlo a las extremidades inferiores, se atasca y se coloca mal. Esto puede manifestarse como una sensación parecida a una «flecha de bruja» o un dolor irradiado desde la nalga hacia la pierna, conocido comúnmente como ciática*. Las personas que padecen esta afección suelen sufrir dolor localizado en varias posiciones, sobre todo tras periodos prolongados de estar sentadas, hacer ejercicio o movimientos de flexión. Además, con frecuencia se produce una disfunción concurrente de los músculos circundantes, como los glúteos y, sobre todo, el músculo piriforme, que puede dar lugar al síndrome piriforme, en el que el propio músculo pinza el nervio.
Las causas fundamentales de la disfunción de la articulación sacroilíaca son diversas y pueden incluir incidentes traumáticos como caídas o movimientos de torsión. Las personas con estilos de vida sedentarios, así como las que practican ejercicio vigoroso, como los atletas, son susceptibles de padecer esta afección. Los factores del estilo de vida, incluida la alimentación, también contribuyen al problema al provocar la laxitud de los ligamentos. La alteración de la línea gravitatoria y la laxitud de los ligamentos explican por qué muchas mujeres embarazadas experimentan a menudo este problema.
En nuestra clínica, nos centramos en abordar la mala posición de la articulación sacroilíaca, garantizando el funcionamiento y la coordinación adecuados de los músculos de soporte de la pelvis. Orientamos a los pacientes sobre la prevención de la inestabilidad y el control del dolor mediante ajustes del estilo de vida, proporcionándoles ejercicios dirigidos a fortalecer y estabilizar la pelvis.

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Esguinces, Espasmo muscular, Dolor
Experimentar espasmos musculares, dolores, esguinces y distensiones es algo habitual que puede afectar a cualquier músculo del cuerpo. Estos problemas no sólo provocan molestias, sino que también pueden alterar la función esencial de sostén y mantenimiento de nuestro cuerpo. Las malposiciones o subluxaciones del esqueleto pueden contribuir a estos problemas, dificultando el proceso de curación de las estructuras afectadas y provocando dolores musculares persistentes y posibles inflamaciones.
Varios factores pueden desencadenar estos problemas, como las lesiones deportivas, los movimientos extenuantes repetitivos que afectan a la parte baja de la espalda, los abdominales y las extremidades inferiores. Además, accidentes como caídas, accidentes de coche o impactos directos en los músculos pueden contribuir a un mal funcionamiento. Las deficiencias nutricionales, sobre todo de minerales esenciales, o los efectos secundarios de ciertos medicamentos, también pueden estar relacionados con los espasmos musculares.
En nuestra clínica, damos prioridad a la restauración y rehabilitación de la función muscular, garantizando que tanto los músculos agonistas como los antagonistas funcionen armoniosamente. Estos músculos trabajan juntos para mantener el delicado equilibrio de nuestro cuerpo. Resulta crucial abordar las malposiciones y subluxaciones vertebrales o esqueléticas, ya que pueden afectar significativamente al correcto funcionamiento de los músculos, exacerbando aún más las molestias y dificultando el proceso de curación.

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Artrosis
Garantizar el bienestar de los discos anidados entre nuestras vértebras es primordial, ya que estos discos carecen de flujo sanguíneo y dependen por completo del flujo y reflujo de agua y nutrientes impulsados por el movimiento de la columna entre los segmentos. Cuando la columna permanece inmóvil, estos discos corren el riesgo de desecarse, encogerse e inflamarse. Los forámenes intervertebrales, a través de los cuales viajan los nervios espinales hacia la periferia, pueden experimentar una reducción del espacio cuando hay una disminución de la altura entre las vértebras. La respuesta del cuerpo a este desafío es un intento de estabilizarse y evitar un mayor movimiento o reducción del espacio discal, lo que conduce al desarrollo de calcificación y espolones óseos conocidos como osteofitos. Esta progresión caracteriza la enfermedad degenerativa discal (EDD), a menudo acompañada de la degeneración de otras estructuras y articulaciones de la columna vertebral, denominadas colectivamente enfermedad degenerativa articular (ED articular). Este proceso inflamatorio degenerativo articular se identifica comúnmente como Osteoartritis.
La degeneración es un curso natural dentro de nuestras estructuras óseas. En la columna vertebral, los huesos pierden densidad y altura, los músculos se debilitan y la integridad estructural general se vuelve más delicada. Aunque el envejecimiento por sí solo no debería causar problemas importantes en la columna vertebral de una persona sana y activa, las articulaciones vertebrales inmóviles o dañadas, sobre todo las subluxadas, aceleran el proceso de degeneración, lo que conduce a la artritis. Un traumatismo en cualquier articulación, incluso a una edad temprana, puede hacerla susceptible de una degeneración más rápida, sobre todo sin una rehabilitación adecuada. Algunos individuos tienen predisposición a este proceso debido a afecciones sistémicas que aumentan la inflamación general del cuerpo.
En nuestra consulta, nos centramos en restablecer el movimiento de la columna vertebral y las extremidades. Mediante ajustes específicos, mejoramos el espacio articular y aumentamos la movilidad, al tiempo que reducimos la inflamación -siempre que el proceso inflamatorio no sea grave-. Reconociendo el papel fundamental que desempeña la inflamación en el dolor y la recuperación articular, orientamos a nuestros pacientes hacia opciones nutricionales que pueden ayudar a disminuir los niveles generales de inflamación. Para las personas que luchan contra la artrosis, una combinación de reducción de los niveles de inflamación y ajustes quiroprácticos regulares puede allanar el camino hacia una vida sin dolor y altamente funcional, incluso en el deporte.

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Espondilolistesis y estenosis
La espondilolistesis se refiere a una articulación inestable que se ha desplazado de su posición correcta, deslizándose hacia delante en relación con la vértebra inferior. Esta inestabilidad suele provocar molestias en la zona afectada. La afección puede progresar, avanzando hasta cinco niveles, hasta llegar a la espondiloptosis, en la que se produce un deslizamiento completo de las vértebras por delante de la línea de gravedad. Para evaluar si el segmento es inestable e identificar las posibles fracturas que puedan haberlo causado, es esencial la obtención de imágenes.
Los casos graves de espondilolistesis pueden provocar estenosis, es decir, el estrechamiento del canal espinal, con la consiguiente presión sobre la médula espinal y las raíces nerviosas, lo que provoca problemas motores y sensoriales. Los traumatismos, como los accidentes deportivos (como levantamientos pesados o caídas) o los accidentes de coche, son una causa frecuente de espondilolistesis. Además, el desgaste anormal debido a malas posturas y desequilibrios musculares puede contribuir a la degeneración de la articulación, provocando inestabilidad y deslizamiento. Los traumatismos o la tensión sobre la articulación suelen provocar fracturas en la pars interarticularis, facilitando el deslizamiento anterior.
En nuestra clínica, evaluamos cuidadosamente las posibles desalineaciones de la columna vertebral que puedan haber contribuido al proceso degenerativo. Nuestro enfoque consiste en corregir las estructuras circundantes, lo que permite al cuerpo curarse con mayor eficacia al reintroducir el movimiento y señalar la curación de los ligamentos y músculos lesionados. Proporcionamos orientación sobre el fortalecimiento de los músculos centrales para estabilizar la zona afectada. En la mayoría de los casos, la atención quiropráctica regular, junto con un estilo de vida saludable y la evitación de determinadas posturas, permite a las personas llevar una vida funcional y sin dolor, al tiempo que se evitan nuevos deslizamientos.
En casos de espondilolistesis progresiva e inestable, puede ser necesaria la intervención quirúrgica. Los cirujanos pueden optar por fusionar la vértebra afectada con la inferior, impidiendo por completo cualquier movimiento posterior.

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Dolores menstruales, Distensión abdominal
Experimentar molestias durante el ciclo menstrual, incluidos dolores menstruales e hinchazón, no es infrecuente, pero es crucial reconocer que estos síntomas pueden ser indicativos de problemas más profundos relacionados con desequilibrios sistémicos, disfunciones o afecciones médicas subyacentes. El dolor menstrual, que a menudo se considera una parte normal del proceso, en realidad puede ser consecuencia de un funcionamiento incorrecto del sistema nervioso y del sistema musculoesquelético.
Factores como las desalineaciones o subluxaciones musculares, ligamentosas y de la columna vertebral pueden contribuir a un funcionamiento incorrecto del sistema nervioso, provocando tensión física en los órganos y estructuras de la región abdominal. Además, la inflamación, el estrés, los desequilibrios hormonales, los factores nutricionales y los trastornos médicos subyacentes también pueden contribuir a causar dolor y molestias innecesarios.
Merece la pena señalar que algunas personas han afirmado tener una menstruación más llevadera y menos hinchazón después de someterse a ajustes de la columna vertebral. Estos ajustes no sólo abordan la función del sistema nervioso, sino que también alivian la tensión física de órganos y estructuras. Al optimizar el sistema nervioso, nuestro enfoque se extiende a mejorar la función general de los sistemas digestivo, hormonal y reproductor. Este enfoque integral permite que el cerebro se coordine con mayor eficacia, lo que contribuye a mejorar las funciones corporales.
Además de los ajustes de la columna vertebral, también exploramos los cambios en el estilo de vida que pueden influir significativamente en el dolor menstrual. Nuestro objetivo es proporcionarte una comprensión holística de tu bienestar, abordando no sólo los síntomas, sino también los factores subyacentes que pueden contribuir a tus molestias.

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Síndrome cruzado inferior
El síndrome de la parte baja de la espalda cruzada es un problema frecuente, que se manifiesta como molestias persistentes en la parte baja de la espalda, sobre todo tras periodos prolongados de pie. Esta afección se caracteriza por una inclinación anterior de la pelvis y un arco exagerado en la parte inferior de la columna vertebral. Aunque los desajustes de la columna vertebral pueden contribuir, el principal culpable suelen ser los grupos musculares disfuncionales, que alteran el equilibrio postural natural. Las personas que padecen el Síndrome de la Parte Inferior Cruzada suelen tener los isquiotibiales tensos, los flexores de la cadera, los glúteos debilitados y los músculos lumbares sobrecargados, lo que provoca dolores persistentes.
Cabe destacar que el Síndrome Cruzado Inferior suele allanar el camino al Síndrome Cruzado Superior. El arco exagerado en la parte inferior de la espalda provoca ajustes compensatorios en las regiones superiores para mantener una postura erguida. En consecuencia, esto se traduce en síntomas que afectan a la parte superior de la espalda, el cuello y la cabeza.
Varios factores pueden contribuir al desarrollo de este problema postural. Los traumatismos, tanto físicos como emocionales, pueden inducir disfunciones musculares que contribuyan al síndrome. Sin embargo, lo más habitual es que un estilo de vida sedentario, los trabajos de oficina o determinados deportes que implican una bisagra pélvica provoquen desequilibrios musculares. Este desequilibrio altera la distribución del peso y desplaza el centro de gravedad, sometiendo a la columna vertebral y sus articulaciones a una mayor tensión.
En nuestra consulta, damos prioridad a un enfoque integral para abordar el Síndrome Cruzado Inferior. Nuestras intervenciones incluyen ajustes de la columna vertebral y la pelvis, la identificación y corrección de los músculos que funcionan mal y la provisión de ejercicios caseros adaptados. Además, ofrecemos recomendaciones ergonómicas para cultivar hábitos posturales positivos, con el objetivo de aliviar las molestias y fomentar el bienestar general.

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